2503-04
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El político moderno quiere ganar sin perder, servir sin incomodarse, cambiar sin arriesgar. Esa fórmula es imposible. Los grandes cambios nacen cuando alguien está dispuesto a quemar sus barcos, a soltarlo todo por una causa. Gobernar no es una beca de privilegios, es una entrega diaria. Quien no entiende eso, no está preparado para liderar nada.
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"Un político que nunca renunció a nada, no merece el cargo."
Dejarlo todo y seguir: la política como renuncia
En la política verdadera, no hay medias tintas. Servir implica renunciar. Renunciar a la comodidad, al silencio cómplice, a las amistades peligrosas, a los lujos injustificados y al aplauso fácil. El político que dice seguir una causa sin renunciar a nada es, simplemente, un actor de reparto en la comedia nacional.
Quien de verdad quiere transformar su país, sabe que no puede conservar intactos sus privilegios. El liderazgo honesto exige una entrega total. Es dejar la casa cómoda para entrar a la calle polvorienta. Es romper con el club de amigos para sentarse con los ciudadanos sin nombre. Es olvidarse del aplauso elegante para recibir, muchas veces, insultos y calumnias.
Pedro lo entendió: “Lo hemos dejado todo y te hemos seguido”. Ese es el único camino para el verdadero político transformador. El que no quiere pagar el costo de la renuncia, que no se atreva a hablar de cambio.
| La otra cara |
El negocio de la política sin renuncias
En el Perú, y en buena parte de América Latina, la política se ha convertido en un negocio sin riesgos. Quien accede al poder no suelta nada: sigue siendo empresario, sigue manejando sus redes privadas, sigue cuidando sus intereses personales. La función pública es apenas un adorno en su currículum, no un servicio.
Por eso, nuestro Estado es tan débil. Porque quienes lo dirigen nunca apostaron de verdad por él. Gobernar sin soltar es traicionar desde el primer día. Un político que entra rico y sale más rico jamás podrá entender al pueblo que vive contando cada sol. Sin renuncia no hay servicio. Sin servicio, no hay política. Lo demás es marketing.
La renuncia como patrimonio político
El único patrimonio válido de un líder es su capacidad de renunciar. Renunciar a la comodidad, al silencio, al doble discurso, a los privilegios y al miedo. Quien no es capaz de soltar, jamás liderará un cambio real. En un país donde el cargo público es visto como premio, renunciar es revolucionario.
Y, sin embargo, los grandes liderazgos de la historia nacen de la renuncia: Mandela renunció a su libertad por décadas, Mujica renunció al lujo, Gandhi renunció a la violencia. Los mediocres acumulan. Los líderes sueltan. Esa es la verdadera diferencia entre un político cualquiera y un verdadero estadista.
AFORISMOS
1. La verdadera vocación política comienza cuando sueltas el miedo a perder.
2. Quien no sabe renunciar, no sabe servir.
3. Un político que nunca renunció a nada, no merece el cargo.
4. El liderazgo se mide por lo que sueltas, no por lo que acumulas.
5. Sin renuncia no hay cambio real.
6. Gobernar es poner en venta tus privilegios.
7. Un político sin renuncias es un burócrata de sí mismo.
8. La historia no recuerda a los acumuladores, recuerda a los que supieron soltar.
9. El que no arriesga su comodidad por el pueblo, miente cuando habla de amor al pueblo.
10. La renuncia es la medalla invisible de los verdaderos líderes.
PROPUESTAS
- Crear el Registro Nacional de Renuncias Políticas, donde cada funcionario de alto nivel documente públicamente qué bienes, negocios y privilegios renuncia al asumir el cargo.
- Implementar la Declaración de Ruptura Ética, que obligue a cada autoridad a declarar qué vínculos económicos o sociales corta al asumir el poder.
- Promover un Código de Renuncias Voluntarias, donde cada autoridad pueda declarar públicamente a qué privilegios renuncia como acto simbólico de transparencia.
- Crear un premio anual: Medalla de la Renuncia Ética, otorgado por la ciudadanía al funcionario que haya demostrado mayor desprendimiento personal durante su gestión.
- Reformar la ley de incompatibilidades para hacer más estricta la relación entre negocios privados y función pública.