2503-09
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El poder político es un desierto ético. Cada día, cada autoridad es tentada: corromperse por dinero, mentir para ser aplaudido, manipular para controlar. El político que vence esas tentaciones se convierte en líder. El que cede, se convierte en esclavo de sus propios miedos y ambiciones. Un país libre necesita líderes libres. Y la verdadera libertad es decir “no” cuando todo el sistema espera que digas “sí”.
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"El ego es la droga más adictiva del político."
Las tres tentaciones del poder: pan, gloria y control absoluto
El poder político es, desde siempre, un desierto plagado de tentaciones. Tentaciones que no son nuevas, son las mismas de hace siglos: convertir el cargo en fuente de riqueza personal, usar el poder para ser adorado y manipular a las masas a cambio de su voluntad. Jesús, en el desierto, rechazó esas tentaciones. Nuestros políticos, casi siempre, las abrazan.
Primero está el pan: el uso del poder para garantizar comodidad personal, fortuna ilícita y privilegios familiares. Luego viene la gloria: el deseo enfermizo de ser aplaudido, de construir monumentos a sí mismo, de buscar la foto antes que la obra. Y finalmente, el control absoluto: la obsesión por controlar cada espacio, cada opinión, cada verdad.
El líder que vence esas tentaciones es libre. Libre para servir, libre para construir, libre para morir políticamente si es necesario. El que cede, se convierte en esclavo de su propio ego. Y un político esclavo de sí mismo es un peligro para el país.
| La otra cara |
El político tentado: la historia de siempre
Desde el primer día, cada autoridad enfrenta el mismo dilema: servir o servirse, construir o robar, transformar o perpetuarse. La mayoría fracasa antes de empezar. Se entregan al pan fácil de los lobbies, a la gloria vacía de las campañas permanentes y al control enfermizo de la prensa y las instituciones.
La política peruana está plagada de estos políticos tentados, que cedieron a la comodidad y vendieron su alma a cambio de unos años en el poder. Y lo más grave: ya no sienten culpa, porque han convertido la tentación en cultura política. Normalizaron la traición.
El líder libre: el que no teme perder
Frente a los políticos tentados, hay otro tipo de líder. Ese que no teme perder el cargo por defender sus principios. Ese que no convierte el poder en riqueza, sino en servicio. Ese que no busca adoración, sino resultados. Ese que prefiere un pueblo educado antes que una masa manipulada.
Ese líder es raro. Incomoda al sistema, irrita a los lobbistas y desconcierta a los medios. Pero es el único capaz de construir algo real. Porque es libre. Y solo el líder libre puede liderar a un pueblo que quiere ser libre.
AFORISMOS
1. El poder sin tentaciones no existe, el verdadero líder es quien sabe resistirlas.
2. Quien se arrodilla ante el dinero, ya no puede ponerse de pie ante el pueblo.
3. El ego es la droga más adictiva del político.
4. El líder libre es el que no teme perder el poder.
5. Servir o servirse: el primer dilema de cada político.
6. La gloria barata es el alimento de los políticos mediocres.
7. Un pueblo libre necesita líderes libres.
8. Sin principios, el poder es solo negocio.
9. Quien busca controlar todo, ya perdió el control de sí mismo.
10. Cada tentación aceptada es una traición al pueblo.
PROPUESTAS
- Crear un Manual de Anticorrupción Interior, donde cada autoridad reciba formación ética sobre las tentaciones del poder, con testimonios reales de líderes que resistieron y otros que cayeron.
- Establecer un Test de Principios y Convicciones obligatorio para todos los candidatos, donde expongan públicamente sus límites éticos.
- Implementar un Observatorio de Tentaciones Políticas, donde se evalúe cuántas decisiones de cada gobierno responden a lobbies, agendas ocultas o manipulación populista.
- Promover una Ley de Integridad Permanente, que obligue a las autoridades a declarar cualquier reunión, gestión o sugerencia recibida de grupos de poder económico o político.
- Crear el Premio al Liderazgo Libre, que reconozca a políticos que, durante su gestión, resistieron presiones y tentaciones, manteniendo su línea ética intacta.