2503-14
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En el Perú, la legalidad se ha convertido en la coartada favorita de la injusticia. Contratos legales que despojan comunidades, normas impecables que perpetúan privilegios. La justicia verdadera exige romper ese círculo vicioso. No basta gobernar dentro de la ley, hay que gobernar con justicia. Y eso implica, muchas veces, cambiar las propias leyes. Porque las leyes deben servir al pueblo, no al poder.
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"Lo legal no siempre es justo".
La justicia que la ley no puede dar
La justicia, esa palabra tan manoseada en discursos políticos, se ha convertido en un trámite legal, en un juego de códigos y expedientes. Pero la justicia real es mucho más que un proceso judicial: es una práctica política, una forma de gobernar con dignidad, una ética de poder donde cada decisión busca restablecer equilibrios rotos.
Cumplir la ley es fácil. Ser justo es otra cosa. Un gobernante puede firmar decretos impecables y, al mismo tiempo, ser profundamente injusto. Porque la justicia no está en el papel, está en la intención y en el efecto. Si una decisión, aún legal, perpetúa el abuso o la desigualdad, es injusta.
Gobernar con justicia es tener el valor de ir más allá de la letra fría y entrar al territorio de la conciencia política. No todo lo legal es justo, ni todo lo justo es legal. El verdadero estadista sabe cuándo la ley es un escudo y cuándo es una coartada. Y siempre elige la justicia, aunque eso cueste incomodidad y enemigos.
| La otra cara |
La legalidad como refugio de los injustos
En el Perú, muchos políticos y empresarios se escudan en la ley para justificar abusos. Cumplen con el expediente, cubren con formalidades cada negocio oscuro, cada contrato a medida, cada reforma amañada. Todo es legal, pero nada es justo.
La legalidad vacía es la gran trampa de la corrupción sofisticada. Ya no roban como antes, ahora redactan contratos perfectos. Ya no violan derechos directamente, ahora aprueban leyes que legalizan el abuso. Lo legal se ha convertido en coartada, y lo justo quedó fuera del sistema.
Justicia política: cuando el poder tiene alma
Un gobernante justo no es el que solo cumple leyes, es el que usa el poder para equilibrar fuerzas, corregir abusos históricos y devolver dignidad a los olvidados. Esa es la verdadera justicia política: una que no solo obedece al papel, sino que responde a la historia.
En un país tan golpeado como el nuestro, la justicia es el único lenguaje capaz de reconciliar al Estado con el pueblo. No basta con leyes limpias, necesitamos políticas justas. Y eso no lo dicta el código, lo dicta la conciencia.
AFORISMOS
1. Lo legal no siempre es justo.
2. Gobernar con justicia es incomodar a los cómodos.
3. La ley es la herramienta, la justicia es el objetivo.
4. Un político legal puede ser un político injusto.
5. Sin justicia social, toda ley es coartada.
6. La legalidad es técnica, la justicia es moral.
7. Lo justo siempre cuesta más que lo legal.
8. La justicia es la única legitimidad verdadera.
9. Ser legal no es suficiente, hay que ser justo.
10. La historia no juzga legalidades, juzga justicias.
PROPUESTAS
- Crear un Consejo de Justicia Social, que revise cada política pública no solo desde su legalidad, sino desde su impacto real en la vida de los más vulnerables.
- Establecer un Informe Anual de Justicia Política, donde se analice cómo cada decisión de gobierno contribuyó o no a disminuir las brechas sociales.
- Implementar un Índice Nacional de Justicia Real, que mida no solo cumplimiento legal, sino impacto justo en las comunidades históricamente olvidadas.
- Promover un Compromiso de Justicia Pública, firmado por cada autoridad, comprometiéndose a no usar la ley como coartada para perpetuar abusos.
- Reformar el proceso legislativo para incluir Audiencias de Justicia Social, donde cada ley sea evaluada desde su impacto ético, no solo legal.