2503-29
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El Perú necesita políticos humildes, capaces de admitir errores, escuchar a sus críticos y corregir el rumbo. La soberbia política ha destruido demasiados procesos de cambio. Gobernar no es brillar, es servir. Y servir implica reconocer, cada día, que nadie es dueño de la verdad ni salvador único de la patria. Sin humildad, el poder es una bomba de tiempo.
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"Gobernar es aprender cada día."
El poder arrogante: gobiernos que creen ser perfectos
En política, la arrogancia es el primer paso hacia la ceguera. Los gobiernos que se sienten moralmente superiores dejan de escuchar, los líderes que se creen infalibles dejan de corregir y las autoridades que solo miran sus logros dejan de ver sus errores. Ese síndrome de perfección es el cáncer de muchas gestiones.
Jesús retrata al fariseo orgulloso que presume ante Dios sus virtudes, creyéndose mejor que todos. En política, ese fariseísmo se traduce en gobiernos que se autocelebran, que construyen discursos épicos sobre sí mismos, que viven más preocupados por defender su imagen que por resolver problemas.
La verdadera política es humilde. Reconoce errores, aprende del opositor, admite límites y escucha críticas. Gobernar es un acto humano, no divino. Y el líder que entienda que es apenas un servidor transitorio, es el único que puede gobernar con dignidad.
| La otra cara |
El síndrome del Mesías: cuando el líder se cree salvador único
Muchos políticos llegan al poder convencidos de que son los únicos capaces de salvar al país. Construyen cultos personales, repiten frases sobre sí mismos y creen que quien los critica es enemigo de la patria. Ese mesianismo político es peligroso, porque convierte al líder en dueño de la verdad.
Los países no necesitan salvadores, necesitan servidores. La política no es un altar para egos, es una mesa de trabajo compartida. Y un líder que se cree redentor es, en el fondo, un peligro para la democracia.
La humildad política: el poder que se arrodilla ante el pueblo
El verdadero estadista es humilde. No se cree el centro de la historia, no necesita aplaudidores, no se obsesiona con el legado personal. Su única obsesión es resolver problemas, aunque eso implique reconocer que se equivocó, corregir el rumbo y escuchar a quienes piensan distinto.
Esa humildad política no es debilidad, es fuerza real. Porque quien gobierna desde la verdad, sin maquillaje ni vanidad, es el único que deja huella verdadera. Gobernar es servir, y servir es reconocer que nadie es dueño de la verdad absoluta.
AFORISMOS
1. Gobernar es aprender cada día.
2. El poder humilde escucha, el poder arrogante impone.
3. Un líder perfecto es un farsante.
4. Sin humildad, todo poder es peligroso.
5. Reconocer errores es el primer acto de grandeza.
6. El político humilde es un servidor, el arrogante es un dueño.
7. Gobernar es corregir, no presumir.
8. El poder que escucha es el único legítimo.
9. La arrogancia es la madre de todos los errores políticos.
10. Sin humildad, el poder es una mentira.
PROPUESTAS
- Crear un Informe Semestral de Autocrítica Gubernamental, donde cada autoridad presente sus errores y cómo los corregirá.
- Implementar un Sistema Nacional de Escucha Opositora, donde cada semana el gobierno se reúna con voces críticas para recibir propuestas y cuestionamientos.
- Promover una Escuela de Humildad Política, donde se forme a futuros líderes en la cultura de reconocer límites, escuchar y corregir.
- Establecer un Premio Nacional a la Rectificación Honesta, para autoridades que hayan corregido políticas públicas tras reconocer errores.
- Crear un Observatorio de Culto a la Personalidad, que alerte cada vez que un gobierno caiga en prácticas de autoglorificación excesiva.