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El Perú necesita recuperar la fe política. No una fe ciega en los políticos, sino una fe profunda en la gente. Creer que el pueblo es capaz de transformar su realidad. Creer que la honestidad es posible. Creer que el cambio empieza desde abajo. Sin esa fe, todo es cálculo electoral. Con esa fe, todo es posible.
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"Sin fe en la gente, no hay política posible."
Creer antes de ver: el liderazgo que apuesta sin garantías
En política, muchas decisiones requieren fe. Fe en el pueblo, fe en las reformas, fe en que el cambio es posible aun cuando todo alrededor dice lo contrario. Gobernar con fe no es ingenuidad, es entender que ningún proceso de transformación real empieza con certezas absolutas.
El funcionario tecnócrata necesita estudios, cifras y proyecciones. El estadista, además de eso, necesita convicción: creer que un pueblo puede levantarse, que un sistema puede limpiarse, que un país puede reconciliarse. Quien no cree en su propio pueblo, no debería gobernarlo.
El Perú está cansado de políticos sin fe, de líderes que no creen en la gente, de gestores que solo apuestan a lo seguro. El país necesita políticos que crean primero, que apuesten por la dignidad de su pueblo aun cuando las encuestas digan que no es rentable. La fe política es la base de toda reforma verdadera.
| La otra cara |
El cinismo político: gobiernos que no creen en nadie
Muchos gobiernos han perdido la fe en su propia gente. Creen que el pueblo es incapaz de cambiar, que los pobres siempre serán pobres, que la corrupción es inevitable, que el Perú es ingobernable. Ese cinismo disfrazado de realismo es veneno para la democracia.
Cuando el poder deja de creer, deja de servir. Y un gobierno que no cree en su pueblo termina gobernando contra él. La primera traición política es el prejuicio.
Política de convicción: liderar creyendo en el país
El verdadero liderazgo es una apuesta. Se gobierna creyendo que es posible lo que aún no se ve. Apostar por la educación pública cuando parece un caos, por la descentralización cuando el centralismo parece eterno, por la honestidad cuando todo parece corrupto.
La política de convicción es la que inicia caminos donde nadie se atreve, la que apuesta por el talento oculto de los pueblos y la que cree en las capacidades de quienes el sistema llamó “casos perdidos”. Esa política es la única que deja huella.
AFORISMOS
1. Gobernar es creer en el pueblo, aún sin pruebas.
2. Sin fe en la gente, no hay política posible.
3. Quien no cree en su país, no merece gobernarlo.
4. El cinismo es el cáncer del poder.
5. Creer es el primer paso para transformar.
6. Gobernar es apostar por lo imposible.
7. Sin convicción, el poder es puro cálculo.
8. Cada reforma es un acto de fe.
9. La fe política es creer antes de ver.
10. Gobernar es confiar primero.
PROPUESTAS
- Crear un Índice de Confianza Política, que mida cuántas políticas públicas parten de reconocer las capacidades y potencial de las comunidades.
- Establecer un Sistema de Presupuestos Participativos con Fe Pública, donde las comunidades propongan directamente proyectos de desarrollo.
- Promover una Escuela de Convicción Política, donde se forme a futuros líderes en el arte de creer en su gente antes de gobernarla.
- Crear un Observatorio de Prejuicios Políticos, que identifique discursos y políticas que partan de creer que ciertos sectores son incapaces.
- Implementar un Premio a la Política de Fe, que reconozca a autoridades que apostaron por reformas impopulares pero necesarias, basadas en la confianza en su pueblo.